La teoría de las formas o la teoría de las ideas
Según la Teoría Platónica lo realmente real no son las cosas que vemos sino otro mundo que sustenta a este que es llamado el mundo de las formas.
¿Por qué a todos los caballos los llamamos caballos si son todos diferentes? ¿Por qué llamamos bellos o buenos a muchos objetos que no tienen casi nada en común entre sí?
Según el filósofo la respuesta es que existen Formas ideales que participan de los objetos reales que les dan su identidad propia. La esencia de los objetos sensibles depende de las Formas que se representan en ellos. Es por esto que aunque no todos los caballos son iguales podemos reconocer que son caballos. Las formas que podemos conocer a través de nuestros sentidos pertenecen al mundo sensible. Este mundo solo puede conocerse a través del intelecto, por nuestros sentidos: Visuales, auditivos, olfativos, táctiles y gustativos.
Reconocer que la lavanda no es una margarita puede reconocerse no solo por su forma, color, etc sino también por su perfume.
La lavanda tiene la esencia propia de ese objeto (flor) que no es la misma esencia que la margarita.
Pero hay otro mundo que no puede percibirse por el mundo de los sentidos. Es el mundo inteligible, en este habitan las ideas.
Lo que también esta teoría afirma es que el mundo sensible es un reflejo del mundo de las ideas.
La teoría de Platón es mucho más compleja y profunda. Pero hoy quería hacer alusión a ella para replantearnos nuestros distintos mundos sensibles y de ideas.
Si el mundo que percibimos es un reflejo de un mundo de ideas. ¿Por qué entonces no nos imaginamos y pensamos haciendo lo que siempre soñamos?
Tener una hermosa casa con jardín, viajar a lugares desconocidos, tener un gran amor, tener nuestro propio negocio o empresa, etc.
Imaginémosnos en esa hermosa casa con jardín sentados con un amigo tomando unos mates, o también en el escritorio de nuestra oficina en la empresa que ideamos.
¿Que tan real se ve? ¿Cómo te sentís?
Imaginarlo es el primer paso, con imaginar solo no alcanza también hay que creerlo y crearlo.
Trabajemos para construir nuestro mundo sensible.
Porque, recordemos que como bien dijo el Filósofo, el mundo sensible solo es un reflejo del mundo de las ideas.